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2-10-2014|10:35|Lesa Humanidad Nacionales
Sexta audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad

Monte Peloni: “Perdimos muchas cosas, perdimos la juventud”

Lo dijo Analía Melo de Cassano en el juicio de Monte Peloni, que funcionó en Olavarría. Su marido estuvo secuestrado en 1977. “Pasaron 39 años y yo estoy contando esta historia", agregó. También declaró Carlos Genson: dio testimonio sobre su cautiverio y nombró por primera vez a Horacio Leites, que hasta ahora no había sido citado por otros testigos.

  • Sol Vazquez.
Por: Jorge Arabito, desde Olavarría.-

En la sexta audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad en Monte Peloni, Carlos Leonardo Genson, sobreviviente de ese centro clandestino de detención, contó el infierno que vivió desde la noche en que fue secuestrado. “El 16 se septiembre (de 1977), a las tres de la madrugada, golpearon en mi casa personas del Ejército. Abrieron las ventanas por la fuerza, rompieron los vidrios, patearon la puerta de atrás. Abrí la puerta y recibí un par de golpes.” Además de golpearlo, los secuestradores se llevaron todo lo que pudieron: ropa, libros, dinero, fotos. Lo esposaron, le ataron las piernas y lo amordazaron. Después de taparle los ojos con una bufanda, lo subieron a un auto militar junto a otras personas. Genson recordó que tras dos horas de viaje, los bajaron a los golpes. “Pasamos por un terreno de pedregullo y por una fosa. Nos pusieron en un cuarto grande y nos dijeron que teníamos que estar parados. Con el tiempo iban nombrando a las personas que estábamos ahí. Primero decían un nombre, nadie contestaba. Después llamaban por nombre y apellido”.

Y los enumeró: Villeres, Ledesma, Gutiérrez, Folini Méndez, Oscar y Osvaldo Fernández fueron los apellidos que escuchó en esos primeros momentos. Fue ferozmente torturado en muchas ocasiones. Le preguntaban por armas, panfletos y por su hermano Marcos, que trabajaba en la Municipalidad de Laprida, donde Horacio Rubén Leites, uno de los acusados, asumió como interventor luego del golpe de 1976.

En parte  de su declaración recordó que los detenidos fueron llevados a la llamada “Escuelita del Regimiento”, donde señaló al periodista Octavio Fisner Oliva como director. “Inocentemente, esperábamos que llevara noticias a nuestras familias”, dijo Genson. Su testimonió, más allá de los deseos de la defensa de Leites por confundirlo con sus preguntas, culminó con un recuerdo hacia quienes ya no están: "Es una lástima que no puedan decir lo suyo Cassano, Méndez, la madre de Marucca, los padres de Pasucchi, los padres de Mario Mendez, Cheli y su esposa, los padres del ‘Negro’ Ticera, el papa de Castelucci. Que por lo menos este testimonio que hago sea una reivindicación para ellos".

Foto: Gentileza Paloma Uranga.

"Perdimos muchas cosas, perdimos la juventud"

Para investigar el caso de Ricardo Cassano, ferozmente torturado en aquellos dos meses de 1977, al punto que debió ser internado en el hospital del Regimiento, hablaron sus familiares: su hermano Miguel y su pareja de entonces, Analía Edith Melo de Cassano. Y por videoconferencia su hijo Fernando Germán Cassano, que tenía dos años cuando se llevaron a su padre. Cassano murió hace cuatro años.

La declaración de Analía Edith Melo de Cassano fue fuerte, clara y meditada. Evidenció la necesidad contenida de años por contar su historia. Narró que vivían con Cassano en Olavarría, hasta que el 16 de setiembre de 1977 a la madrugada una veintena de personas entró a su casa encapuchados y con armas largas. "Se sentía que caminaban, que sacaban cosas y tiraban cosas pero no hablaba nadie. Le dicen a mi esposo ‘vestite’ y a mí ‘quedate quieta, sino volvemos y te tiramos un tiro en la cabeza’. Después de media hora me levanto y me tropiezo con todo, cajones, ropa, estaba todo en el piso. Voy tropezando hasta la otra habitación donde estaba mi suegra quieta, paralizada, y el bebé llorando".

Fue hasta lo de Mario Méndez, amigo de su marido, y encontró la casa vacía y con la puerta rota. Entonces fue a la casa de Miguel, el hermano de Ricardo y juntos fueron a la comisaría. "Allí nos encontramos con muchas familias de Olavarría, de compañeros que se llevaron esa noche. Algunos eran amigos, otros no los conocía. Todos hicimos denuncia. Nos atendió un jefe, pero nadie sabía que había pasado".

Al mediodía fueron al regimiento y lograron hablar con Verdura, que manifestó ignorar la suerte de su marido. En otro encuentro éste le dijo que estaba internado porque se encontraba mal de salud. Recién pudieron verlo mucho después de que los trasladaron a la unidad 9 de La Plata y estaban muy golpeados. "Ahí viajamos con mi suegra a verlos. Y sí, la primera vez, estaban muy estropeados, la nariz rota, había perdido muchos kilos, tenía cicatrices en las muñecas". Ahí su marido le contó "las torturas, que los llevaron a Las Flores y a Monte Pelloni, que en Monte Pelloni los tenían en el suelo encapuchados. Mucho que no me quiso contar para preservarme, yo era muy joven, ir a la cárcel era tremendo con toda la familia."

La dureza de la vida de la mujer de un detenido se desgranó con voz clara: "Nosotros con mi esposo estábamos esperando una vivienda en el barrio CECO y cuando me llamaron para entregarme las llaves, el gerente del Banco Hipotecario me dijo que no me la podían dar y me la quitaron. Y entonces me pidieron la que alquilaba, porque la gente tenía miedo".

Su testimonio terminó con una triste mirada acerca de la vida que su familia no pudo vivir: "Perdimos muchas cosas, perdimos la juventud. Él estuvo sin libertad, tanto tiempo sin poder abrazar a su hijo. Eso no fue justo. No nos merecíamos eso. Pasaron 39 años y yo estoy contando esta historia. Algunos la pudieron contar, otros no."

"Para mucha gente fui llamado el hijo del subversivo"

El hijo de Ricardo Cassano y Analía Melo declaro por videoconferencia. Su relato contribuyó a describir como se estigmatizaba a la familia del detenido. Desgranó su infancia con crudeza, en especial las visitas a su padre: "Me requisaban, me tocaba la de los hombres, y dependía el día, te hacían desvestir. Me acuerdo cuando mi padre se enteró por nosotros que había fallecido mi abuelo".

La niñez tuvo un sabor amargo para él: "Los vecinos no la saludaban más a mi vieja, ni a mi abuela. Yo tendría 4 o 5 años estaba en el jardín y me invitaron a una fiesta; dije que no porque tenía que ir a ver a mi papa a la cárcel. Me preguntaron si había matado a alguien o robado. Y no supe que decir. Para mucha gente fui llamado ‘el hijo del subversivo’. Entonces, mi vieja me dijo que dijera que mi viejo trabajaba en Buenos Aires. Fuimos señalados mucho tiempo".

Y afirmó: "Lo más molesto que paso fue tener que justificarse. La gente nos dejó de lado". Acerca del significado del juicio dijo: "A nivel personal es un alivio poder contar lo que me pasaba a mí y que la gente sepa cuál es esa sensación." Y quiso marcar una conclusión con un hecho que le quedó grabado en la memoria: "Me vino a la cabeza algo de lo poco que me conto mi viejo, que estaba muy enfermo y lo llevaron al regimiento para atenderlo, y quisieron que firmara un testimonio. El estaba seminconsciente pero tuvo un rapto de lucidez, y no lo firmo. Entonces le sacaron todo y lo llevaron de vuelta al Monte".

“No conozco a Cassano”

El toque de color de la jornada lo brindó un testigo equivocado. Miguel Ángel Gallardo fue llamado como declarante por las circunstancias de la detención de Cassano y en relación con los bienes que se llevaron de su residencia. Pero al comenzar a interrogarlo el fiscal Walter Romero, éste negó conocerlo o saber los detalles de su detención. El testigo ingresó con oscuros lentes de sol y gorra, los que Araceli Gutiérrez –con quien manifestaba familiaridad- le hacía señas para que se sacara.

La declaración que iba a aportar detalles acerca del secuestro de Cassano se constituyó en un momento de indecisión y hasta de hilaridad en el recinto. Cuando le preguntaron acerca de su relación con Cassano, si vivía cerca al momento de su detención, lo negó. Si manifestó conocer a Amelia Gutiérrez y Juan Carlos Ledesma, y a toda la familia Gutiérrez a quienes parecía conocer ampliamente. Recordaba el paso de Gutiérrez padre por la policía, su amistad y la militancia de base juntos.

Pero nada de Cassano. Un integrante del Tribunal le manifestó que existía una declaración suya de diciembre 1977, en torno al secuestro de Cassano, la que Gallardo manifestó no haber realizado jamás. Cuando el letrado se le aproximó con una copia, él manifestó: “Esa letra no es mía y tampoco el número de documento.” Así quedó a las claras el error: se notificó a un homónimo de quien había hecho esa declaración. La casualidad quiso que fuera precisamente un conocido de la militancia de base en la ciudad de La Plata de Gutiérrez y Ledesma, por lo que siempre pensó que lo convocaban para testimoniar acerca de ellos.

Al resolverse el misterio, se desestimó a Gallardo como testigo. Así se llegó a un cuarto intermedio hasta el martes 7 a las 11.

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