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En la etapa final del megajuicio "La Perla", declararon los represores Luis Diedrichs y José Herrera. Ambos reconocieron haber participado del aparato represivo y se refirieron, en parte, a lo relatado a principio de julio por Luis Quijano, el hijo de un represor fallecido. "Siguen pensando que estuvo bien, que era lo correcto y que cumplían una misión patriótica", dijo una fiscal del juicio.
A principio de julio, en el megajuicio “La Perla”, declaró Luis Alberto Quijano, el hijo del represor Luis Cayetano Quijano. No testimonió contra su padre, porque el Código Penal impide hacerlo en contra de un familiar directo. Pero sí contó sobre los delitos que vio o supo a través de su progenitor y de sus cómplices. Como un efecto de su testimonio, declararon dos imputados: Luis Gustavo Diedrichs y José Hugo “Quequeque” Herrera. Ambos reconocieron haber participado del aparato represivo de La Perla y se refirieron, en parte, a lo relatado aquella vez por el hijo del represor.
“Fueron declaraciones de mucho peso, porque confirman la plataforma fáctica de los delitos que cometieron. Diedrichs, por ejemplo, como ex jefe de sección asumió todo lo sucedido bajo su órbita, aunque no pudimos preguntarle a qué se refería de forma puntual porque se negó a ser interrogado”, dijo la fiscal Virginia Miguel Carmona a Infojus Noticias. El juiicio entró en la etapa final -comenzó el 4 de diciembre de 2012- : se tomaron 553 testimonios en 242 audiencias, y sólo quedan declarar 40 testigos. En un mes, aproximadamente, comenzarían los alegatos.
En la sala de audiencias, mientras escuchaban las declaraciones, las querellas tuvieron la sensación de que las mismas fueron armadas. Conocido como “León” , Luis Gustavo Diedrichs fue oficial de Inteligencia del Ejército. Integró el Destacamento de Inteligencia 141 desde 1973 hasta principios de 1977. Fue jefe de la Sección Política teniendo a su cargo grupos de tareas y su perfeccionamiento en técnicas de tortura. Está imputado por 676 delitos: 249 privaciones ilegítimas de la libertad, 234 imposiciones de tormentos agravadas, 179 homicidios calificados, 13 imposiciones de tormentos seguidas de muerte y la sustracción de un menor de 10 años.
En su declaración, el represor dijo que los subalternos no tenían responsabilidad sobre los operativos, desconoció al tribunal que lo juzga y desestimó a los testigos, a los cuales acusó de estar entrenados “para sensibilizar al público”. Asumió, en efecto, su jerarquía. Además, con respecto a lo que declaró el hijo de Quijano dijo que “es imposible” que un pibe de 14 años “allá estado ahí y haya visto lo que vio, eso es mentira”, desacreditando sus dichos. El represor Ernesto Barreiro le sostuvo el micrófono mientras Diedrichs leía. “Explicó cómo funcionó el Destacamento, dio cuenta de su rol en el circuito represivo diciendo de qué manera reunían información, cómo coordinaban las detenciones y se llevaban los detenidos a los centros clandestinos. Preguntó por qué no se juzgaban también los 45 policías muertos por la ´subversión´. Y expresó el deseo de ser juzgado por la justicia militar”, precisó Miguel Carmona y dio un dato revelador. En un momento, el represor hizo una pausa y admitió:
-Del otro lado también se cometieron crímenes.
A su turno, el imputado José Hugo Herrera no negó lo que había declarado Luis Alberto Quijano, quien admitió trabajar en el Destacamento de Inteligencia 141 destruyendo información que era robada por la patota que lideraba su padre –muerto hace unos meses- en los operativos de secuestro. En aquella oportunidad, el hijo del represor habló de varios procedimientos represivos, entre ellos uno en el que participaron tres autos en un congreso de Montoneros. Un auto, marcó Quijano, había sido conducido por Herrera. Luego, una mujer fue baleada y quedó paralítica tras un tiroteo donde se lanzaron ocho granadas. “Herrera confirmó lo que dijo Quijano en cuanto al operativo, sólo difirió en algunas variables sobre los hechos. Por ejemplo, señaló que una persona no estaba allí, sino que era otra. Ese tipo de detalles, pero avaló el operativo”, dijo la fiscal. También dijo que, una vez, veló por la integridad física de un secuestrado que “colaboró” con sus objetivos. “Dijo que lo sacó del centro clandestino, lo llevó hasta un lugar y luego lo regresó a La Perla, pero en realidad lo hicieron declarar bajo tortura para que diera información”, agregó la fiscal.
Herrera fue un oficial del ejército especializado en inteligencia. Destinado en el Destacamento de Inteligencia 141 desde 1974 hasta 1980, fue miembro del Comando Libertadores de América y de la patota de La Perla. También actuó en otros centros clandestinos dependientes del Ejército. Está acusado por 639 delitos, 240 privaciones ilegítimas de la libertad agravadas, 225 imposiciones de tormentos agravadas, 159 homicidios calificados, 14 imposiciones de tormentos seguidas de muerte y una tentativa de homicidio calificado.
“No me sorprende la declaración de ambos, porque suelen admitir lo que hicieron. Siguen pensando que estuvo bien, que era lo correcto y que cumplían una misión patriótica. No dimensionan la gravedad de lo que declaran, porque están reconociendo todos los delitos aún sin decir que torturaron o que secuestraron. Cuando dicen que del otro lado hubo crímenes, están admitiendo que ellos también los cometieron. En sus palabras, fue una tarea moral”, concluyó Miguel Carmona.
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