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31-8-2014|13:30|Lesa Humanidad Santa FeProvinciales
Su caso está en instrucción por un nuevo juicio por delitos de lesa

Eduardo Garat, el abogado de los presos políticos del Litoral

Su familia se presentó como querellante en la megacausa conocida como “Guerrieri”, que investiga los crímenes seriales cometidos por el Ejército en Santa Fe. “Hoy queremos juicio y castigo a sus responsables, y saber cuál fue su destino, a pesar de lo tardío y lo doloroso es necesario para todos”, exige su hija Florencia.

  • Gentileza: Flor Garat
Por: Laureano Barrera

Aunque ya había empezado la escuela primaria cuando lo desaparecieron, Florencia Garat no logra recordar nada de su padre. No tiene ni un solo recuerdo. “Todo lo que me acuerdo me lo contaron. Son esos juegos de la memoria y el olvido cuando suceden cosas difíciles de entender para un chico”, dice a Infojus Noticias, 36 años después, en una conversación telefónica desde Rosario. Repasa los hechos incomprensibles para sus seis años: la madrugada del 13 de abril de 1978, pleno centro rosarino, cuatro hombres armados lo suben al baúl de un coche y se lo llevan para siempre. Pasaron muchos años sin saber dónde había estado. Hace cinco, un sobreviviente les contó del triste final.

El 21 de agosto, Florencia, Santiago y Julieta –sus hermanos- y Elsa Martín –su madre-, se presentaron como querellantes en la megacausa conocida como “Guerrieri”, que investiga los crímenes seriales cometidos por el Ejército en la provincia del litoral. “Hoy queremos juicio y castigo a sus responsables, y saber cuál fue su destino, a pesar de lo tardío y lo doloroso es necesario para todos”, exige su Florencia.

“El mejor de nosotros”

Eduardo Garat era brillante. Es lo que dicen todos y por eso Florencia lo sabe, aunque no haya quedado en su memoria, de eso, nada. “Son cosas que todo el mundo te dice pero yo no las recuerdo. Mi papá era un tipo conocido, todos le tenían mucho cariño, le decían “el enano” Garat, era muy tranquilo”, repasa Florencia. Cursó la Secundaria en el Colegio Nacional Nº1 y estudio abogacía en la Universidad Nacional de Rosario. En 1967 y 1968, integró la dirección nacional de Franja Morada desde una vertiente más anarquista antes de que se convirtiera en el brazo universitario del Radicalismo. En 1970 viajó a Chile y celebró en las calles el triunfo del socialismo democrático de Salvador Allende. Se recibió de abogado y de escribano, y comenzó a ejercer como abogado de presos políticos, además de su vocación de docente universitario.

En noviembre de 1972, escribió un ensayo donde describía la represión que en 1976 sería aplicada con riguroso método. Tenía sólo 33 años cuando lo secuestraron, pero entre su obra inconclusa dejó un borrador mecanografiado con un ensayo sobre la Constitución de 1949, que fue publicado por Hijos de Rosario en 2009 y prologado por el historiador Norberto Galasso. “Se publicó con un capitulo menos, que se perdió, pero todos destacaron el valor académico y analítico de ese trabajo”, dice Florencia. “Fue probablemente el más inteligente de todos nosotros, con una gran visión política”, recuerda en una carta Jorge, que compartió la dirección de Franja Morada y debió exiliarse en Canadá.  Con el tiempo, formó parte de quienes rompieron por izquierda con Franja Morada, integró y en el 73 se sumó finalmente a la Juventud Universitaria Peronista (JUP).

La marca de Brandazza

Desde mucho antes de su secuestro en 1978, cuando era un estudiante universitario, los órganos de inteligencia del Estado tenían entre sus registros a Eduardo Garat. Un informe de la Dirección de Inteligencia de la policía de Buenos Aires (Dipba) del año 1967 la policía bonaerense ya lo menciona. Pero el antecedente que más lo comprometió llegaría con “la Comisión Brandazza”.

Garat no conocía al militante peronista Ángel “Tacuarita” Brandazza, pero su muerte el 29 de noviembre de 1972, después de una sesión de tortura en la sede del Comando del Segundo Cuerpo,marcaría la suya. Brandazza –la víctima más antigua en el informe de la Conadep- había sido secuestrado el día anterior, y fue un ensayo macabro de lo que harían unos años después con otros miles: a plena luz del día, hombres trajeados -de la policía provincial y Federal, el Ejército y Gendarmería- con armas largas lo metieron en el baúl de un Falcon celeste.

Cuando asumió Héctor Cámpora, el gobernador santafesino Carlos Sylvestre Begnis convocó una comisión investigadora bicameral, y Garat estaba entre ellos. Casi todos sus integrantes sufrirían la vendetta en los años siguientes: el 24 de marzo de 1976, su presidente Juan “Chancho” Lucero –militante de la Resistencia Peronista- fue secuestrado junto a su hija y permaneció cinco años preso. El abogado Elías Carranza –hoy un prestigioso penalista internacional- fue torturado en el Servicio de Informaciones (SI) de la Policía rosarina durante la dictadura y vive desde hace tres décadas en Costa Rica, donde partió al destierro. Cuando vino al país a declarar en la causa “Feced”, recordó que habían ametrallado las ventanas de la sede en el edificio de Tribunales, y el auto en el que se movían, y habían puesto una bomba que hizo volar en pedazos tres vehículos estacionados en hilera. La peor parte la llevaron el abogado Felipe Rodríguez Araya y el Procurador Luis Eduardo Lescano, ejecutados en 1975 por la Triple A.

El 18 de noviembre de 1974, le tocó por primera vez a Garat: lo detuvieron junto a Ricardo Massa –otra víctima de la dictadura cuya desaparición integra la misma causa que Garat- y otros activistas por hacer pintadas callejeras. Garat ya estaba en Montoneros. Pasó seis o siete meses en la cárcel, a disposición del Poder Ejecutivo, después de golpearlo varias horas sin oficializar su detención. Estuvo en la prisión “La Redonda”, donde los presos comunes lo quisieron pronto y le festejaron su cumpleaños diez días después de su ingreso. Allí iba Florencia a visitarlo, con su madre, aunque tampoco se acuerde. Cuando salió de la cárcel, unos meses después, dejó la “orga” para dedicarse de lleno a su profesión.

Sin embargo, su compañero exiliado en Canadá relató para la página web “Desaparecidos.org” que vino al país en 1976 y vio a Garat por última vez. “Con posterioridad yo (…) le ofrecí que se fuera y se instalara en mi casa, incluso le averigüé la posibilidad de hacer un post-grado en Ciencias Políticas, pero él estaba muy comprometido en su movimiento y me dijo que no”, dijo Jorge, quien militó con Garat en Franja Morada.

Las sombras

“El día 13 de abril de 1978, siendo de madrugada, Eduardo bajó del departamento  donde vivía Adriana Altieri junto a Graciela Brebbia a tomar un taxi en la intersección de las calles Santa Fe y España, ya que acompañarían a Adriana Altieri a Buenos Aires y ésta luego viajaría a Europa. Graciela escucha una frenada desde la otra esquina de calle San Lorenzo, ruido de puertas de autos y no lo ve más”, dice la presentación judicial a la que accedió Infojus Noticias. Para entonces, está convencida Florencia, Eduardo ya no militaba. “Yo pienso que por ahí puede haberse reencontrado con alguien, o haber sido un  ramalazo de su militancia, pero no estaba militando activamente”, asegura.

Para esos días, el Ejército y la policía federal habían secuestrado a la columna de Montoneros que quedaba en la ciudad. Los habían llevado a un centro clandestino en Granadero Baigorria, y desde ahí algunos a la Quinta de Funes. Pero con Garat fue distinto. A través de (…) la prueba colectada en esta causa, hoy sabemos que Eduardo fue secuestrado por un grupo de tareas del batallón 121 (que el miércoles próximo será señalizada por las secretarías de DDHH de la provincia y la Nación) y conducido a un centro clandestino de detención en las afueras de Rosario, en el que se escuchaba ruido de aviones y el cual era manejado por militares. En dicho CCD compartió cautiverio con Santiago Mac Guire y Roberto Pistachia”, se lee en el escrito. Ahora casi está confirmado que aquél lugar fue la casa Salesiana Ceferino Namuncurá, que pertenecía a la Iglesia Católica. El arzobispo de Rosario, Guillermo Bolatti, recorría los centros clandestinos junto a los torturadores.

Desde que secuestraron al jefe de la familia, las sombras cubrieron a los Garat. Seis días después se precipitó el nacimiento de Julieta, la menor de los tres hermanos. Elsa, su compañera, y su madre Haydée Cabanillas presentaron habeas corpus, y se entrevistaron con personal militar, clérigos y dirigentes políticos. Nadie les dijo dónde lo tenían cautivo.

Durante muchos años, no supieron dónde había estado su padre ni qué había sido de él. “Excepto por un comentario en Conadep de Mac Guire, que había estado con mi papá en un lugar que desconocía, pero cuando se juntó a tomar un café con mi mamá no pudo recordarlo”, recuerda Florencia.

 

 

Un día del año 2009, Carlos Garat –hermano de Eduardo- entró a una fábrica de pisos de madera. La atendía su dueño, Roberto Pistacchia. Le preguntó si conocía a Eduardo. Soy su hermano, dijo Carlos. ¿Sabe quién fue el último que estuvo con él?, preguntó el vendedor. Hablaron sobre sus últimos días y sobre su muerte:que lo torturaron salvajemente y que murió en las últimas semanas de abril. La historia fue contada hace unas semanas por Infojus Noticias

El cuarto tramo

La desaparición de Garat se investigará en un cuarto tramo de la causa “Guerrieri”. “Ya hubo dos juicios con condenas, hay una tercera parte elevada a juicio oral esperando fecha, y esta que está en instrucción”, dice a esta agencia Nadia Schujman, abogada de la familia. “Hay unos cuarenta procesados en ese expediente, entre agentes de inteligencia, militares y policías”, agrega la letrada. “El fiscal dijo que con suerte se juzgará el año que viene”, agrega Florencia. “Las cosas terminan siendo muy lentas”, concluye. Puede que se le haya escapado del recuerdo cómo era su padre, pero ahora tiene la madurez necesaria para comprender por qué se lo llevaron. Y para pedir justicia por él.

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