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10-7-2014|17:05|Fondos buitre Opinión
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Una respuesta a la solicitada de los butires

Las fabulaciones de los buitres

American Task Force Argentina publicó una solicitada basada en mitos neoliberales que ni siquiera generan consenso en los diarios financieros del mundo. Alejandro Grimson, autor de “Mitomanías argentinas”, analiza una a una las supuestas “verdades” de los fondos buitre.

  • Ilustración: Kitsch
 

Las mitomanías han pasado hoy a primer plano con la solicitada publicada por “American Task Force Argentina”. El texto publicado en los diarios Clarín, La Nación y El Cronista está organizado enumerando “mitos” que contrastan con “hechos”, verdades que ellos saben y nos van a explicar. En realidad toda su argumentación está basada en varios mitos neoliberales que ni siquiera generan consenso en los diarios financieros del mundo.

El primero de esos mitos es que “Argentina no quiere negociar”. Para un estado soberano que logró negociar y acordar con el 93% de sus acreedores y que envió a su ministro de Economía a Nueva York en estos días, la afirmación debe ser precisada. Es simple. Por una parte, el estado argentino ha intentado por todos los medios a su alcance negociar en las condiciones acordadas por la inmensa mayoría de sus acreedores. De hecho, esa misma opción hoy está abierta. Es el Grupo de Tareas el que ha rechazado esta opción y ahora tiene por cierto la fortaleza que emana de una sentencia judicial (por más que esta es evidentemente absurda). Sin embargo, el cumplimiento hoy de esa sentencia judicial, con las lagunas jurídicas ya conocidas, abre la puerta para que las famosas “dos bibliotecas del derecho” puedan existir incluso ante hechos que no permiten dos interpretaciones.

Es sabido que la “cláusula Rufo” habilita a los bonistas reestructurados hasta el próximo 31 de diciembre a igualar ofertas a otros bonistas. Pagar a los “holdouts” antes de esa fecha ¿dispara o no la “Rufo”? Aunque es obvio que no es una oferta voluntaria, también es obvio que para cualquiera cosa existen interpretaciones jurídicas alocadas en temas sin legislación internacional.

Por lo tanto, ninguna persona responsable de defender los intereses argentinos puede realizar una acción que coloque en riesgo la reestructuración general de la deuda externa. Eso implica que la Argentina no podrá hacer ninguna oferta formal hasta el 1 de enero de 2015. Por lo tanto, la Argentina necesita pasar a 2015 y evitar a fin de este mes el escenario de default impuesto. Ni siquiera algunos economistas opositores niegan esto. Lo que afirman, sin embargo, es que puestos a elegir prefieren pagar y evitar el default, antes que ir al default para evitar la cláusula Rufo.

De pronto, la deuda externa ha dejado de ser una cuestión sólo de economistas. Se ha convertido, en realidad, en una cuestión de abogados y jueces.

Veamos los mitos. Se podrá observar que donde ellos afirman que deberíamos actuar de modo racional y para nuestro beneficio, es muy claro que invitan a hacerlo de modo irracional desde el punto de vista de los intereses nacionales.

Según ATFA, el primer mito es afirmar que “un grupo reducido de acreedores de bonos y un juez de Nueva York están impulsando a la Argentina al default” porque serían los líderes políticos de la Argentina quienes están eligiendo el default. Es una trampa evidente. Primero, nada dicen de la cláusula Rufo, porque ellos se niegan siempre a considerar todos los elementos reales que deben ser tenidos en consideración. Segundo, es absurdo decir que un gobierno puede elegir el default porque nadie lo haría voluntariamente. En cambio, lo cierto es que hubo gobiernos de diferentes países que fueron empujados al default por carecer de medios de pago, mientras que la Argentina pretende ser empujada hoy al default a pesar de tener el dinero, de querer pagar y de haber pagado.

El segundo mito sería que si la Argentina cumple la sentencia debería pagar a todos los holdouts 15 mil millones de dólares. Dicen que esto es falso porque ellos aceptarían bonos como Repsol y el Club de París. No dicen, en cambio, que esos arreglos están fuera de la deuda reestructurada, mientras que su reclamo requiere una Ley del Congreso que modifique la “ley cerrojo”. Y otra vez ocultan para los ignorantes o los interesados que si la Argentina emite bonos hoy compromete su desarrollo por varias décadas. Es mucho más que 15 mil millones lo que está en juego.

El tercer mito sería que la Argentina necesita reponer el “stay” para tener tiempo para negociar. Afirman que la frase de las máximas autoridades de que se desea una negociación “justa, equitativa y legal” es “una cortina de humo”. No resulta elegante este modo de discutir. Alcanzaba con insistir en lo que dicen después: están dispuestos a dar mayor tiempo si hay “progresos concretos”. Habrá que ver si esa disposición a dar “mayor tiempo” se ratifica al aceptar que los “progresos” no pueden ser voluntarios por parte de la Argentina. La frase “justa, equitativa y legal” del gobierno, como corresponde al momento, se presta a diferentes interpretaciones. Una interpretación no menor, sobre la cual podría haber al menos dos bibliotecas en el Poder Judicial argentino, es si este u otro Poder Ejecutivo está habilitado para pagar de acuerdo a la ley de Nueva York y violando la ley vigente en Argentina. Si alguien pagase sin modificaciones legales, una parte de la biblioteca permitiría incluso denunciarlo y condenarlo. La otra parte de la biblioteca dice simplemente: hubo prescripción para el megacanje, pague tranquilo; nadie va preso por acordar con las finanzas internacionales, pague nomás; y así.

La solicitada culmina con una nota humorística. Dice que si la Argentina paga ahora, en los próximos diez años tendrá beneficios por 80 mil millones de dólares, bajaría la inflación y se liberaría la compra de dólares. En otras palabras, sólo un imbécil podría mencionar la cláusula Rufo. No queda más opción que escoger: es preferible ser considerado un imbécil por la carroña del poder financiero en Mitolandia, que actuar como tal en contra de los intereses nacionales y de las grandes mayorías argentinas.

Creencias y mitos tenemos todos, de los buenos y de los malos. Pero hay mitos y mitomanías que emanan de un dispositivo de Poder con mayúscula, de un laboratorio que -salvo un ingenuo- cualquiera podrá percibir su origen Imperial. No se confunda, lector. Si a usted Imperio le resuena como algo de épocas remotas, no es culpa de la palabra en sí, es la increíble persistencia de un modo de ejercer la dominación. El imperio no se conforma con la extracción de riquezas naturales ni puramente de dinero. Pretende que observemos con mucha felicidad nuestra expoliación. En los tiempos contemporáneos, para que la dominación sea efectiva es crucial el consentimiento de los dominados. Argentina está en un laberinto: pero sería ridículo siquiera considerar una salida el camino que lleva a hipotecar el futuro de varias generaciones.

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