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Así lo declaró Juan Carlos Burrera, por video conferencia desde Canadá, compañero de trabajo en la Cárcel de Sierra Chica y amigo de Alfredo Maccarini. Además declararon otros tres testigos.
Juan Carlos Buttera vive en Canadá. Desde ahí, por video conferencia, dio su testimonio para el juicio de Monte Peloni. Junto a él estuvo el cónsul adjunto en la Embajada Argentina. Su testimonio era uno de los más esperados. Buttera trabajaba en el penal de Sierra Chica junto a Alfredo Maccarini –desaparecido y víctima de uno de los homicidios por los que está imputado el ex general Aníbal Verdura–. “Trabajábamos juntos y éramos muy amigos”. En su testimonio fue claro: “creo que personal del Penal participó en el secuestro de Maccarini”, dijo.
Cuatro testimonios se escucharon en la octava jornada del Juicio por los crímenes y delitos de lesa humanidad ocurridos en el ex centro clandestino de detención y tortura Monte Peloni. La sala estuvo colmada por familiares, amigos de las víctimas y estudiantes secundarios. Algunas declaraciones testimoniales se reprogramaron y otras fueron desistidas, como las de Vicente Hermida y Mario Gubitosi. Nuevamente, los imputados Ignacio Aníbal Verdura y Omar "El Pájaro" Ferreyra no asistieron a la audiencia.
Después de que lo secuestraron, a Buttera lo llevaron a la comisaría primera de Olavarría, lo ataron a una silla y lo torturaron con picana durante toda la noche. A la mañana –contó– lo sacaron en un baúl y lo llevaron a Monte Peloni. Escuchó los gritos de una mujer que la sacaban de un cuarto, mientras a él lo hacían entrar. Lo desnudaron, lo ataron a una cama de alambres, y le dieron picana eléctrica durante horas. Día por medio iba la misma persona. No pudo verlo. “La persona que me torturaba era una persona que tenía la voz muy modulada, como porteño, porque era una voz distinta a la de provincia, por el tono de voz. Hay uno de los acusados que trabajó en una radio. Quizás es un tono de voz que se puede dar a una cosa así. Pero no tengo ni idea quién era ni nunca más escuché esa voz ni nada por el estilo”, declaró.
Después de dos meses en Monte Peloni, fue trasladado como los demás hasta recalar en la la cárcel de Azul. “Me fue a visitar Alfredo Saint Jean, jefe de la Subzona 12, que abarcaba todo el centro de la provincia. Entró a la celda con una fusta y me solicitó que diga lo que me había pasado. Entonces, lo escribí todo y a las dos semanas me sacaron de ahí y me llevaron a un aeropuerto, para luego aparecer en la Unidad 9 de La Plata. Íbamos esposados en el asiento y en un momento, alguien del personal del avión me dice que me esperaba un buen recibimiento en La Plata. Efectivamente, me dejaron para lo último y cuando bajé, hasta llegar al camión, me molieron a palos. Luego, en La Plata, me sucede lo mismo que en Azul: me va a visitar a la celda todo el personal de la cárcel, oficiales y demás”, contó.
“En las torturas, me preguntaban si conocía a Alfredo Maccarini. Por supuesto que sí, porque era muy muy amigo mío. Además, trabajábamos juntos. Nunca pude decir nada porque no sabía lo que le había sucedido, qué le habían hecho, qué le había pasado. Yo jamás pertenecí a ningún movimiento, a ninguna organización, ni a un partido, a nada”, contó en su declaración. También recordó que antes de su secuestro alguien le había dicho que a Maccarini lo habían matado. “Me hace presumir que personal del Penal habría participado en los operativos de marcar gente, secuestrar y torturar. Creo que personal del Penal fue la que secuestró a Maccarini”, declaró.
Los Ferrante
Eduardo Ferrante, sobreviviente, secuestrado en septiembre de 1977, fue el primero en declarar. Narró su cautiverio y su periplo por los centros clandestinos de detención La Huerta, en Tandil, donde pasó un mes para luego ser trasladado a la Comisaría 1de esa ciudad y de allí a la Unidad 7 de Azul. En esa cárcel, por primera vez pudo ver a alguien. Recordó que estaba Carlos Genson, compañero suyo en Cerro Negro.
Hasta el día de hoy, Ferrante se encuentra bajo tratamiento psicológico. “Siento que tengo un bloqueo en el que muchas cosas que me pasaron no las recuerdo. Recuerdo cosas puntuales, las que más stress me produjeron. Me sentía mal porque me decía cómo era posible que no pudiera recordar, si yo lo estuve viviendo. ¿Por qué no puedo recordar fechas? ¿Por qué no le pregunté a alguien de la cárcel de Azul qué día era cuando yo llegué? No lo hice porque tenía mucho miedo, porque estaba muy presionado”, declaró.
Su mujer, Florencia Dáttoli, también declaró en la audiencia. En su testimonio apareció una vez más la referencia a un inspector de colectivos con vínculos con los represores. “Aparece en mi casa un hombre, que dice que quiere hablar conmigo. Entra a mi casa, sin ningún tipo de violencia, vino solo, y me dice que viene a hablar de Eduardo. Yo le pregunto qué pasa, que me diga dónde está, y me dice: “quedate tranquila, está acá cerca, está re bien, muy tranquilo, la está pasando muy bien. Vos lo único que tenés que hacer es ayudarnos para ayudarlo a él. Decinos con quiénes andaba, en qué andaban ustedes. Pero quedate tranquila porque está cerquita y está bárbaro, está perfecto y en poco tiempo lo vas a tener afuera”, recordó. Dáttoli pudo reconocer a ese hombre: “Yo lo conocía físicamente porque era inspector de la empresa Tuccio, el colectivo que pasaba por la calle Urquiza, el que marcaba los boletos. El apellido era Gómez”, dijo.
Hermana y novia
Nora Celia Castelucci es la hermana de Juan José y por entonces fue la novio de Oscar “Bombita” Fernández. Su testimonio fue requerido después de que su hermano declarara que después de haber sido secuestrado, fue ella la que tuvo entrevistas con diferentes personas para tratar de saber algo de él. Precisamente quiénes son las personas con las que se vio es lo que quiso saber el Tribunal.
“El 2 de noviembre, cuando citan a mis padres para informarles sobre la situación de mi hermano, les dicen a mis padres que quieren verme, quieren hablar conmigo. Mis padres me llevan al Regimiento a hablar con Verdura. Yo entro sola. Estaba Verdura”, contó. En esa entrevista Nora Celia Castelucci preguntó por qué a su novio lo habían matado. Verdura fue concreto: “me dijo que era cabecilla”.
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