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Los restos del fiscal Alberto Nisman fueron enterrados cerca de la entrada a la parte nueva del cementerio, a unos 20 0 25 metros de la “manzana” donde están ubicadas las tumbas de las víctimas del atentado a la AMIA, ocurrido el 18 de julio de 1994, y que Nisman investigaba desde 2004.
Intimidad y seguridad fueron dos de las palabras más escuchadas hoy durante el entierro del fiscal de la UFI-AMIA, Alberto Nisman. La ceremonia se hizó en la parte nueva del cementerio israelita de La Tablada, en La Matanza, ante un reducido grupo de familiares y amigos. "Los que te conocemos sabemos que esto no fue decisión tuya", dijo durante la despedida la jueza Federal Sandra Arroyo Salgado, ex esposa de Nisman y madre de sus dos hijas. Y agregó: "tenemos la certeza de que esto fue obra de otras personas".
Más de 300 efectivos de distintas divisiones de la policía bonaerense se apostaron en las inmediaciones de la zona e impidieron el ingreso a todas las personas ajenas al lugar. “En Tablada, la única vez que se vio un operativo semejante fue con la muerte de Carlos Menem hijo, que fue enterrado en el cementerio islámico”, explicó a Infojus Noticias una alta fuente de la organización.
Los restos de Nisman fueron enterrados cerca de la entrada a la parte nueva del cementerio, a unos 20 o 25 metros de la “manzana” donde están ubicadas las tumbas de las víctimas del atentado a la AMIA, que Nisman investigaba desde 2004. Aunque en varios medios trascendió que Nisman había sido enterrado en el Panteón de Mártires, la ley judía establece que la sepultura debe ser en tierra, por lo que no existen construcciones semejantes en el lugar.
El féretro de Nisman fue llevado hasta la tumba por sus familiares y por el ex presidente de la AMIA, Guillermo Borger. En medio de la ceremonia se produjo la tradicional Mejilá, en la cual los presentes perdonan y se disculpan con el fallecido.
La Agencia Judía de Noticias (AJN) consignó que entre los discursos que se dieron durante la despedida estuvo el del vicepresidente 1° de la DAIA, Waldo Wolff, que habló en nombre de la comunidad judía; el del filósofo Santiago Kovadloff que destacó el valor de Nisman y el del titular de la Asociación de Fiscales y amigo de Nisman, Carlos Donoso Castex, que leyó entre lágrimas un poema escrito por un colega, en nombre de la familia judicial y del Ministerio Público. Arroyo Salgado también leyó una carta de sus hijas y se comprometió a velar por la educación de ellas y a hacer todo lo posible para saber la verdad sobre su fallecimiento.
Un amplio operativo de seguridad
La brisa de la mañana había dejado paso al calor y el sol comenzaba a pegar fuerte poco antes del mediodía cuando el cortejo que trasladaba el cuerpo de Nisman llegó a La Tablada. Los vecinos del cementerio, en ese barrio de clase media y casas bajas salieron a ver pasar el paso del féretro. También había manifestantes que pedían “justicia”, levantaban carteles con el nombre del fiscal, y cantaban el himno nacional. El paso del cortejo fue rápido y atravesó la barrera humana de policías que se había montado dos cuadras antes del ingreso lateral al cementerio y no dejaba pasar a nadie que no estuviera autorizado por la familia. El operativo fue tan estricto que la gente que vive en las cuadras que fueron bloqueadas por unidades de las distintas divisiones de la policía y por uniformados, debían mostrar sus documentos para poder llegar a sus viviendas.
El armado de la logística empezó a las 7 de la mañana. Uniformados del grupo Halcón, Caballería, de la Departamental de La Matanza, de las 22 comisarías y las 5 jefaturas distritales que componen ese distrito fueron parte del operativo. También miembros de la unidad anti explosivos, bomberos, y grupos de seguridad especiales. “Se coordinó todo con el Centro de Operaciones Policiales (COP), del Ministerio de Seguridad bonaerense”, reveló una fuente policial.
Entrar con etiqueta
En el operativo participó la policía Federal, que también hizo el acompañamiento del cortejo desde que salieron de la tradicional casa de velatorios O’Higgins, donde desde el atardecer de ayer se hizo el velatorio. El acompañamiento fue a lo largo de toda la avenida Gral. Paz y luego por Crovara, la principal arteria de La Tablada, hasta llegar a las cuadras linderas al cementerio, una mole de cemento y tierra de 32 hectáreas, en el que las parte antigua y la nueva se unen a través de una calle de tierra.
El cementerio es comunitario y administrado por la AMIA, junto al de Liniers, Berazategui y Ciudadela. “Desde hace más de 20 años tiene custodia propia, fue a raíz de los atentados que se hicieron (en referencia a los sufridos en la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994)”, completó la fuente.
Para entrar ahí los autos que pertenecían al cortejo tenían que tener pegada una etiqueta dada especialmente por los organizadores del operativo. Eso les permitía pasar sin detenerse. Los que llegaban caminando se identificaban con algunos de los efectivos de seguridad destinados a posibilitar el estricto ingreso.
Entre los asistentes a la despedida de Nisman estuvo la embajadora de Israel, Dorit Shavit, junto con el ministro consejero, Nati Brooks, y la agregada cultural, Dovrat Zilberstein, el ministro de Justicia y Seguridad porteño y ex juez Guillermo Montenegro y su par de Cultura, Hernán Lombardi.
Del ámbito comunitario también estuvieron los presidentes de la AMIA, Leonardo Jmelnitzky, y de la DAIA, Julio Schlosser, junto con su secretario general, Jorge Knoblovits, y rabinos de distintas extracciones.
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