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Chicha Mariani declaró durante tres horas y media ante la Justicia. Le pidió al juez que le pregunte al ex vicario Emilio Teodoro Grasselli cuál es la familia apropiadora en la que creció su nieta Clara Anahí. La beba fue secuestrada con tres meses de vida en noviembre de 1976.
Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani le pidió al juez federal Julián Ercolini que le pregunte al ex vicario Emilio Teodoro Grasselli cuál es la familia apropiadora en la que creció su nieta. Clara Anahí fue secuestrada con tres meses de vida en noviembre de 1976, cuando bombardearon la casa de su nuera Diana Teruggi, asesinándola junto a otros cuatro militantes. Chicha nunca más la vio. “Pedí que le pregunten a Grasselli que es lo que no me dijo entonces y que lo diga ahora, porque él sabe dónde está Clara Anahí”, contó a Infojus Noticias. La mujer de 91 años, fundadora junto a “Licha” De la Cuadra de Abuelas de Plaza de Mayo, desgranó su tragedia durante tres horas y media ante una secretaria del magistrado, que investiga cuál fue el rol que cumplió Grasselli -ex secretario del vicario castrense Adolfo Tortolo-, cuando se entrevistó con más de 2.000 personas que buscaban familiares desaparecidos.
La causa se inició en diciembre de 2013, como una de las secuelas del juicio oral por el plan sistemático de robo de bebés. Varios testigos contaron allí que fueron recibidos por el capellán en la capilla Stella Maris del barrio de Retiro, donde funcionaba la vicaría castrense, y que les hizo averiguaciones concretas sobre sus familiares desaparecidos. Por el momento, Ercolini está reconfirmando los relatos de las víctimas convocándolas a declarar en la sede de su juzgado. Luego, decidirá si llama a declaración indagatoria al ex capellán del Ejército.
“Fue una declaración muy buena, porque yo creí que era sólo para preguntarme por Grasselli, pero hice un relato completo de todos los hechos. Vi que (en el juzgado) están trabajando muy bien, y tengo esperanzas hagan las cosas como es debido”, contó Chicha en un diálogo telefónico con esta agencia. Ahora evalúa la posibilidad de presentarse como querellante en la causa. En la declaración, a la que accedió Infojus Noticias, la Abuela relató con lujo de detalles su peregrinaje, desde la formación del organismo que se llamó “Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos-, en noviembre de 1977, después de entregarles un dossier con sus casos al delegado del presidente de Estados Unidos, James Carter.
A Chicha se la nota entusiasmada. Hace dos días se inauguró su muestra de mariposas y muñecas en la facultad de periodismo de La Plata –la semana anterior había estado en el pasaje Dardo Rocha-, y el Concejo Deliberante declaró de interés municipal el trabajo realizado por la Fundación Anahí por “la lucha constante por los derechos humanos”. Pero además, el lunes pasado le dieron una noticia que “me rejuveneció diez años”. Le hicieron unas pruebas que resultaron positivas, y a través de unos anteojos especiales Chicha podrá recuperar gran parte de la visión que había perdido casi totalmente por una maculopatía. “El médico dijo que no perdí totalmente la vista porque siempre la ejercité queriendo leer. Ahora voy a volver a hacerlo. Es como volver a nacer”.
La doble cita
En su testimonio ante el juzgado federal, Chicha se centró en las dos ocasiones en las que lo recibió Grasselli. Para entonces ya se reunían periódicamente con otras once abuelas. “En esos encuentro intercambiábamos distinta información. Entre esa información, la asociación supo que se podía tener una entrevista con monseñor Emilio Grasselli en la iglesia Stella Maris de Retiro, donde atendía el sacerdote”, contó ante el juez. Chicha fue con su marido, por primera vez el 22 de diciembre de 1977.
“Algunas decían que sólo quería sacarnos información, pero otras dijeron que algo sabía, asique yo fui por las dudas”, le explicó Chicha a Infojus Noticias. En aquél primer encuentro, Grasselli la recibió en su oficina donde estaba el fichero. Chicha no recuerda si mientras ella le contaba sobre la desaparición de su nieta el cura anotaba, sí que la oía muy atento y que se mostró optimista. “Me dijo que la iba a encontrar porque lo había hecho con otros casos. Yo me fui muy esperanzada”.
La segunda visita fue el 4 de enero de 1978, y el ánimo del capellán era totalmente distinto. Los recibió de pie, muy fastidiado, reprendiéndolos porque habían tardado demasiado en volver. “Nos dijo que era imposible sacarla porque estaba con gente muy poderosa. Salí de ahí llorando”, recordó Chicha.
-¿Grasselli sabía quién tenía a su nieta?- preguntó Infojus Noticias.
-No me quedó la menor duda.
Chicha también contó en el juzgado que en una de las dos visitas –no recuerda cuál- vio salir de su despacho a Monseñor Adolfo Tortolo, pálido y flaco, como un espectro. Que comenzó a transitar la galería ofreciendo el anillo para que los familiares que esperaban se sumaran al besamanos. “A mí me pareció tan terrible que me fui antes de que llegara mi turno”.
Picchi y Montes, y el Vaticano
Grasselli no fue el único hombre de sotana que le ocultó el destino de su nieta. “La Iglesia tiene una gran deuda conmigo. Y yo que quería ser monja cuando era chica”, le dijo a esta agencia la presidenta de la Fundación Anahí.
Monseñor José María Montes había casado a su hijo Daniel Mariani con Diana Teruggi, y bautizado a Clara Anahí. “Me dijo que se acordaba perfectamente de los chicos y que iba a ayudarme”, le contó Chicha a esta agencia. Unos días más tarde la recibió en su despacho y le dijo, en un tono suave y piadoso, que estaba “en un lugar bien cuidada, que iba a estar mejor que conmigo”.
-¡Pero es mi nieta! – reaccionó Chicha, descorazonada.
-Señora, rece- respondió el cura.
Se puso de pie, se cruzó la sotana y señaló la puerta.
-Le falta fe- remató.
Lo mismo le pasó con el obispo auxiliar de La Plata, el salesiano Mario Picchi: le dijo protocolarmente que estaba en una casa de mucho poder. Chicha peregrinó por casas de monjas y conventos. En una capilla pequeña de Ringuelet –en las afueras de La Plata- llamada la Virgen de los Ojos Grandes, le sugirieron que fuera a limpiar la iglesia para hacer algo útil, y dejara de perder su tiempo.
-Como presidenta de Abuelas, fui 18 veces al Vaticano- agregó Chicha Mariani en diálogo con esta agencia.
-¿Con qué resultado?
-Negativo.
Ahora a Grasselli le ha llegado el turno de responder. Tres décadas después de las primeras denuncias –en la Conadep- sobre lo que supo y ocultó del destino de los desaparecidos, podría ser procesado por primera vez.
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