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17-3-2014|18:15|Lesa Humanidad Nacionales
Vivía en Miami y no se había presentado a declarar

Indagarán al represor detenido por la Interpol en el aeropuerto de Ezeiza

El ex militar Rodolfo Giménez estuvo prófugo de la Justicia hasta el sábado. Hoy fue trasladado a Neuquén para que el juez le tome declaración indagatoria en la causa por la desaparición de Juan Marcos Herman, un desaparecido de la ciudad de Bariloche.

Por: Milva Benitez

Durante tres años, hasta 1980, cada 9 de julio Miguel D'Agostino se sentó a la misma hora en el mismo bar, en la zona del Congreso de la Nación. Esperaba a Juan Marcos Herman, el estudiante de Derecho al que conoció en 1977 cuando estuvieron secuestrados en el centro clandestino de detención Club Atlético, en Buenos Aires. El miércoles pasado, luego de ser apresado en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, el entonces sargento primero de Infantería Rodolfo Giménez será indagado en los tribunales federales de Neuquén por su supuesta participación en estos hechos.

Giménez será trasladado hoy a la provincia de Neuquén, donde está previsto que el juez Gustavo Villanueva le tome declaración indagatoria por la desaparición de Herman. Giménez fue apresado el sábado, cuando llegó en un vuelo internacional desde Estados Unidos. Vivía en Miami, pero fue expulsado de ese país por problemas migratorios. Con pedido de captura internacional por privación ilegal de la libertad agravada, por ser Herman un perseguido político, cuando descendió del avión los agentes de Interpol lo esperaban para detenerlo. Entre 1977 y 1981, Giménez integró el Destacamento de Inteligencia 182 que durante la represión operó en las provincias de Río Negro y Neuquén.

Heman está desaparecido desde el 16 julio de 1977. Fue secuestrado en la casa de sus padres en Bariloche, donde fue a pasar unos días de vacaciones. Estudiaba Derecho en la UBA y, por entonces, ya había dejado su militancia en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Hasta Río Negro lo siguieron las patotas del Ejército que esa noche, con los rostros cubiertos y vestidos de civil, le dijeron a sus padres que lo llevaban para hacerle unas preguntas. La familia no supo nada más del joven hasta 1982, cuando D'Agostino, convencido de que su compañero de cautiverio había pasado a engrosar la lista de desaparecidos, viajó a Río Negro y les tocó timbre.

Les contó que Juan Marcos estuvo con él en la celda 21 del Club Atlético hasta mediados o fines de agosto, cuando fue trasladado y nunca más volvió a saber de él. En ese tiempo, el joven estudiante de Derecho le había contado que lo habían llevado en avión desde Bariloche, pero no sabía muy bien donde estaba. Fue Miguel el que le contó que estaba en Buenos Aires. Después, Juan Marcos le contó que le habló de su familia, le dijo que su papá también se llamaba Juan y era médico y director del Hospital de Bariloche. También que su mamá se llamaba Matilde, y que una de sus hermanas estudiaba arquitectura en la UBA. Se pasaban los datos para avisar a sus familias, pero ambos tenían esperanza de salir de ahí. Para que Miguel recordara su apellido, Juan Marcos le dijo que se escribía como la palabra hermano, pero sin la O. Miguel lo recordó todo y viajó para encontrarse con los padres de su compañero, al que había visto unos pocos días tenía 18 años y Juan Marcos 22, en el horror del Club Atlético.

Según el informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), por el Atlético pasaron alrededor de 1500 detenidos, aunque estimaciones más recientes de los organismos de derechos humanos calculan que alrededor de 1800 fueron torturadas en esa cárcel clandestina. En el Centro, que funcionó entre el 12 de febrero y el 28 de diciembre de 1977, había 41 celdas y varias salas de torturas. Los sobrevivientes contaron que cuando las víctimas estaban a punto de morir por el dolor, se acercaban médicos que evitaban su muerte para que continuara el martirio. Al cerrarse el lugar sus prisioneros fueron trasladados al “Banco", un centro clandestino que funcionó en la autopista Richeri y Camino de Cintura, y el Atlético se demolió para que por allí pasara una autopista.

El Destacamento de Inteligencia 182

Giménez figura entre los oficiales del Ejército que durante la dictadura operaron en el Destacamento de Inteligencia 182, dependiente de la Zona V del 5to. Cuerpo de Ejército, con dirección en la calle Sargento Cabral 67 e Irigoyen de la capital neuquina. Dentro del plan represivo, este destacamento orquestó la represión en las provincias de Río Negro y Neuquén y formó parte de un sistema de inteligencia, que concentrado en el Batallón de Inteligencia 601, extendió sus redes en todo el país.

Con la Jefatura II del Estado Mayor General del Ejército, el  Batallón 601, fue el órgano operativo de Inteligencia, que centralizó la información sobre todas las acciones represivas en el país.  Por su posición dentro de la estructura del Ejército, los integrantes del Destacamento 182 tenían que remitir la información que luego les permitió secuestrar y torturar a miles de personas.

Por documentos internos del propio Ejército, los investigadores saben que “cada comandante de zona, subzona del país debía constituir, bajo su Comando y en todos aquellos lugares de su jurisdicción en que hubiera comunidades informativas” aportaron información sobre las personas que después terminaron secuestradas y torturadas en los centros clandestinos de detención de todo el país. En Bariloche, bajo la órbita del Destacamento 182, funcionaba la Sección de Inteligencia que llevaba el nombre de la ciudad.

En “El escuadrón perdido”, el militar José Luis D’Andrea Mohr, alejado de la fuerza por denunciar abiertamente la represión, dijo que la “Inteligencia fue el sistema nervioso” del terrorismo de Estado, que conectó a las máximas autoridades con los centros de tortura y desaparición de personas, operados por personal de Inteligencia”. Treinta y siete años después de la desaparición de Herman, el juez Villanueva tendrá oportunidad de preguntarle a Giménez por el destino del joven cuyo nombre da identidad a la ruta que une El Bolsón y la turística ciudad de Bariloche. El lugar donde nació y donde fue visto por última vez, Juan Marcos, el estudiante de Derecho que Miguel esperó durante tres años en un bar porteño.

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