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El debate, que comenzó en marzo de 2014, culminará hoy con las últimas palabras de los imputados y el veredicto por parte del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2. Infojus Noticias realiza un recorrido por el proceso judicial que acumuló 21 meses de discusión y más de 120 audiencias.
1. El horror en primera persona
En abril del año pasado, un mes después de comenzado el debate, llegó el momento de la primera declaración de una sobreviviente. Se trató de Natalia Meza quien, paradójicamente, fue la última de las víctimas en ser rescatada viva del tren Sarmiento el 22 febrero de 2012. Meza, de 30 años, subió al estrado con sus muletas y se acomodó con dificultad. Arrastra problemas serios en sus piernas, producto de las heridas y, por eso, estuvo internada más de cinco meses. Con voz tranquila, describió el día de la tragedia. Explicó que tomó el tren en la estación de Merlo –adonde llegó muy demorado– y que, para no llegar tarde a su trabajo, tuvo que subirse a pesar de la cantidad de gente que había.
En rehabilitación todos los días, y bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico, contó que no tuvo ayuda de Trenes de Buenos Aires (TBA), excepto un pase de dos meses para viajar gratis, destinado a su papá. “Se acercaron a mi papá desde TBA, creo que un señor que se llamaba Marcelo, para que no los criticara por radio. Decían que los hacía quedar mal a ellos. Le quisieron dar un departamento. Yo no confiaba en ellos”, contó la chica que, a 26 meses de la tragedia, todavía no había podido volver a trabajar.
Tras ella, declaró Norma Barrientos, que viajaba en la formación junto a su hija de 14 años, Karina, fallecida en el accidente. Llegaron a la estación Moreno y “de prepo”, por la multitud que había en el andén, terminaron subiendo en el primer vagón. Una estación después, una mujer les dejó el asiento. Norma quiso que se sentara Karina. Parada cerca de la cabina, alcanzó a escuchar “al motorman diciendo que los frenos no le andaban, que no le respondían. Eso fue pasando Morón. Después no escuché más nada”, contó. La sala enmudeció cuando la mujer recordó cómo en los momentos posteriores al impacto gritó desesperadamente el nombre de su hija y no obtuvo respuesta. Varias horas después, internada, supo que la adolescente falleció en el acto.
Nicolás Aráozviajó durante 14 años en el Sarmiento y lo sigue haciendo. La mañana del accidente también iba en el primer vagón. “Subí como pude”, declaró. “El tren me pareció que venía normal, en Caballito me pareció que el tren salió rápido”, contó. “Cuando estaba llegando a Once dije: ‘Gracias a Dios estamos llegando’ y no terminé de decirlo: fue como una bomba. Tuve varias personas arriba mío, traté de no desesperarme. Vi gente colgada en los asientos, muerta. Fue una pesadilla, no se veía nada por la tierra del tren. Cada vez, era peor”.
Lo sacaron los bomberos al mediodía. Hasta entonces, desde afuera les “tiraban aceite porque estábamos todos muy apretados. Los bomberos nos tapaban con camperas por el humo. Cada minuto que pasaba se moría gente”, compartió en el juicio.
2. El rescate en palabras del director del SAME
Como un “gran scrum de rugby”. Así recordó Alberto Crescenti, director general del SAME, lo primero que vio cuando entró a unos de los vagones de la formación accidentada. La gente apilada en el fondo del vagón es una de las imágenes de la tragedia que este hombre –que dirige el sistema de emergencias médicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se sentó a declarar con su ambo verde y su chaleco, sin mangas, rojo–, no logra olvidar. “Los que estaban en ese scrum eran los más críticos”, explicó frente al TOF N° 2, en junio de 2014.
Su testimonio fue intenso desde el primer momento, por lo que el presidente del tribunal lo interrumpió y advirtió a los familiares de las víctimas que lo que iban a escuchar podía afectarlos. Luego, dio unos minutos para que se retiraran de la sala.
La calurosa mañana del 22 de febrero, Crescenti estaba en el puerto de Buenos Aires con varias unidades del SAME, “esperando un crucero que tenía personas con un virus desconocido”, explicó. Fue entonces cuando le avisaron que había “colisionado” un tren en Once. “Nos vamos a Once”, contó Crescenti que le dijo al ministro de Salud, Juan Manzur, que estaba ahí con él. En los siete minutos que duró el trayecto hasta Once, Crescenti declaró “el alerta roja a todos los hospitales de la ciudad, sin saber con qué nos íbamos a encontrar. Cuando llegamos, ya había ambulancias del SAME trabajando”, explicó.
Entró al hall central de la terminal ferroviaria y vio una escena “dantesca”. Había “víctimas desparramadas sobre la derecha del andén –dijo e hizo un silencio–. Yo lo lamento mucho por los familiares”, aclaró y continuó: “Había muertos, veíamos brazos, cuerpos, sangre. Había gente fallecida mirando con los ojos abiertos a los que estaban vivos. Fue una escena muy dura para nosotros”.
Crescenti recordó el diálogo con un comisario, que le pidió que mandara a buscar “vaselina a los hospitales de la ciudad, para poder ‘desenganchar’ a la gente”.
“Yo he estado en el atentado de la embajada, pero lo que vi en ese vagón fue muy fuerte”, dijo Crescenti. “De la última puerta hacia el fondo estaban todos comprimidos. Sabíamos que había muertos y que por ellos no se podía hacer nada”, agregó.
3. Un detenido por falso testimonio
El testimonio del guarda Miguel Gerónimo era esperado por todos. Gerónimo era el guarda de la formación conocida como “chapa 16”. Pero, finalmente, se trató de uno de los testimonios más decepcionantes: sus respuestas fueron monosilábicas, no aportó detalles y ni siquiera pudo reconocer lo que podría ser su voz en una grabación del tren.
“Sí, en Once”, dijo cuando le preguntaron si el tren se había pasado en alguna estación y la sala estalló. Los familiares se retiraron y los jueces pidieron un cuarto intermedio para responder a la solicitud de una de las querellas, respecto a la detención inmediata de Gerónimo, quien durante la hora previa sólo había contestado con evasivas.
“Pasó un tiempo muy largo y no me acuerdo”, argumentó ante varias preguntas que le hicieron. Y volvió a la carga: “Sé olvidar las cosas”, repitió en otro momento. Junto al motorman Marcos Córdoba, Gerónimo era la otra persona que podía aclarar qué pudo haber pasado con el tren.
El guarda trabajaba en el ferrocarril Sarmiento desde el año 1981, con esa tarea o como “jefe del tren” –como también se lo llama–. Ante el tribunal, dijo que el día de la tragedia “fue especial por la cantidad de gente (que iba en el tren). Se viajó toda la mañana con las puertas abiertas”.
Sus inconsistencias hicieron que, tras más de una hora de declaración, lo hicieran salir de la sala. “Creo que el testigo está siendo reticente”, expresó el fiscal Fernando Arrigo y pidió que se le volviera a recordar el delito de “falso testimonio” al que estaba expuesto al no responder o faltar a la verdad.
Cuando volvió a la sala, le reiteraron la importancia de que dijera la verdad. Entonces, su primera respuesta fue en referencia a que el tren se había pasado en Once. Luego de un breve cuarto intermedio, llegó la noticia de su detención; la primera en casi tres meses de debate.
4. La presencia de los familiares
Desde el primero hasta el último día de audiencias, los familiares y amigos de las víctimas de la tragedia de Once estuvieron presentes en los tribunales federales de Comodoro Py. Unidos, apoyándose unos a otros, hicieron del respeto al proceso judicial, un culto. Con sus remeras con los rostros de sus familiares y sus carteles exigiendo justicia, escucharon los testimonios de los sobrevivientes y algunos tuvieron que salir de la sala cuando se daban a conocer detalles de aquella jornada trágica. Su presencia y su compromiso fueron uno de los elementos distintivos de estos casi dos años de juicio. Su comportamiento contrastó con el del abogado querellante, Gregorio Dalbón –que los provocó en diversas oportunidades– y con la de la defensora Valeria Corbacho, que representó a Córdoba. Dalbón fue echado por el tribunal tras ser apercibido por sus comportamientos impropios en varias ocasiones.
5. Palabras finales
“Hice todo lo posible por frenar el tren. Yo no tengo la culpa de que no haya frenado”, dijo Córdoba dirigiéndose a los familiares de las víctimas que estaban en la sala y se quebró, en la jornada que tuvieron los imputados para expresar sus últimas palabras.
Ricardo Jaime también habló: “Quiero dejar absolutamente en claro que no tuve absolutamente ninguna responsabilidad en el hecho trágico del 22 de febrero de 2012”. Lejos de toda emoción, el ex secretario de Transporte de la Nación agregó: “No estoy dispuesto a llevar en mi conciencia algo que no tuve absolutamente nada que ver, que es la tragedia y la pérdida de 52 personas”.
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