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El libro de la realizadora y fotógrafa Malena Bystrowicz y el poeta y militante social Jorge Tasín pone en imágenes y palabras el sueño cotidiano de los excluidos.
Por: Vanina EscalesMalena Bystrowicz recorrió la ciudad de Buenos Aires tomando fotos de personas en situación de calle. Lo que empezó por un concurso, luego fue un hábito. Entre 2005 y 2008 miró y capturó en imágenes lo que parece no mirarse, la vida de personas que sobreviven a la intemperie y la trashumancia. Según la organización Espacio Carlos Mugica, que nuclea hogares, paradores y comedores de la ciudad, hay 17 mil personas viviendo en las calles de la Ciudad de Buenos Aires. De ellas 4500 son niños y 2000 pertenecen a la tercera edad.
Al principio, Bystrowicz las fotografió despiertas en retratos clásicos. “Intentaba relacionarme con ellos, volvía al lugar de las fotos para llevarles copias, conversaba largas horas”, dice Malena. Pero esos contactos eran efímeros “casi nunca volvía a encontrarlos y si los volvía a ver no se acordaban de mí y tenía que volver a empezar”.
“Una tarde estuve con un grupo de pibes en la avenida Corrientes, tomamos algo, fumamos unos cigarros y yo sacaba fotos. Ellos vivían en la calle. Esa tarde estaban allí y uno, que era casi un niño, estaba dormido afuera de la ronda. Me insistieron para que le saque fotos y le saque solo una. Esa imagen fue reveladora, cuando la vi en mi laboratorio comprendí que eso era lo que yo sentía. Ese niñito, durmiendo acurrucado en la calle era la imagen que me hacía pensar y sentir la muerte, el abandono, la vulnerabilidad. La persona que estaba ahí, era mucho más fuerte que cualquier mirada. A partir de ahí empecé a fotografiarlos dormidos”.
La mediación de la cámara de fotos hizo posible no naturalizar la vida en la calle. Malena vivía en Constitución en esa época; en el paisaje nocturno habitaban los cuerpos atrapados por la sordidez. “No quería aceptarlo, me dolía, no quería resignarme, de me partían el corazón y la cabeza cada vez que andaba por el barrio de noche”.
Jorge Tasín trabaja desde hace años en Ciudad Oculta. Hoy está al frente de un jardín maternal comunitario llamado Sueñitos y dio poesía a cada una de las imágenes de Malena. “Escribir me avecina a la ilusión de la reparación”, dice en el libro. Se conocieron y comenzaron a trabajar juntos. Fue en la época en que Malena tomaba fotos en la calle y había estrenado su película “Agujeros en el techo” –su documental anterior fue Piqueteras–, sobre la vida cotidiana de mujeres en una villa de la ciudad de Buenos Aires.
“Una cuna destemplada, Buenos Aires, que nadie mece”, escribe Tasín. A la indefensión de las personas durmiendo, se suma la calle como exposición del cuerpo al martirio, las bolsas, el ruido, el frío, la violencia. Los sueños son velados por Malena y Jorge de distintas formas. Cubiertos, guardados y cuidados, la cámara funciona como un manto protector porque la mirada compasiva de los autores humaniza. También es posible imaginar que se cuidan instantes oníricos emancipatorios, y que los sueños de las personas en situación de calle permanecen velados para los que están despiertos.
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