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2-6-2013|10:59|Derechos Humanos Baltasar GarzónEntrevistas
El juez español, contra el franquismo y a favor de Wikileaks

“Un juez no puede ejercer de forma elitista o corporativa”

Con una vida entre Argentina y España, Baltasar Garzón reclama justicia para las víctimas del franquismo mientras trabaja para que su cliente más famoso, Julián Assange, logre un salvoconducto a Ecuador.

  • Sol Vazquez
  • Sol Vazquez
Por: Infojus

El 14 de mayo Baltasar Garzón fue abuelo. El primer nieto se lo dio María, su hija mayor, graduada en marketing, autora de “Suprema Injusticia”, el libro en el que sale a responder por la inhabilitación que sufrió su padre para ejercer como juez en España. María lo asesora, le atiende las llamadas en Madrid. Fue ella quien encontró la mejor manera para denominar lo que sienten los españoles por su padre: garzonitis o garzofobia.

Recién cuando su nieto cumpla 10 años, Baltasar Garzón Real podrá volver a ejercer como juez. Mientras tanto, el hombre que arrestó a Pinochet, que llevó a la cárcel a Adolfo Scilingo, que persiguió a la ETA, que intentó juzgar los crímenes del franquismo, va de aquí para allá. Con sobretodo, anteojos y una sonrisa contenida. De Buenos a Madrid. De Madrid a Bogotá. De Bogotá a Buenos Aires. No para. “El doctor está en Chaco”, dice su secretaria. “Hasta media tarde está en Capital, después se va a San Martín. Y mañana a La Plata”, informa su prensero. Una charla en la ex ESMA, un Honoris Causa en la Universidad de San Martín, un discurso en el segundo encuentro nacional de Justicia Legítima.

“En 2003 en la Argentina había memoria y verdad, pero me atrevo a decir que de alguna manera la justicia estaba suspendida por las leyes de obediencia debida y punto final, y a partir de allí se da un despegue que se puede ver en la nulidad de esas leyes en 2005 y ya en 2008 y 2009 se inicia la consolidación de los Derechos Humanos como política de Estado”, dijo Garzón el jueves en el encuentro “Argentina 2003-2013: la década de los derechos humanos”.

Garzón cree que España apenas ha avanzado algo en términos de memoria, con la ley de Memoria Histórica de 2007. También ha sumado sus esfuerzos al de las organizaciones sociales para conformar una “comisión de la verdad”. Pero Justicia, dice el juez, poco y nada.

Baltasar Garzón preside el Consejo de Administración del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH), bajo auspicio de la UNESCO. En pocas semanas el Centro se mudará a lo que era la antigua cantina de oficiales de la ESMA. Además, ahora que no puede ejercer como juez, Garzón también abrió un buffet de abogados.

-Yo no había vivido la Justicia desde el rol de abogado. En Argentina es diferente, porque la mayoría antes de ser jueces o fiscales ejercen la abogacía.

Garzón terminó la carrera de Derecho a los 22 años. A los 24 ya era juez. Antes de inclinarse por la justicia, el hombre nacido en Torres, hijo de un agricultor, fue seminarista, hasta que su familia se mudó a Sevilla.

-Ser juez es una labor básica y nuclear de las sociedades democráticas y debe ejercerse de manera comprometida, en contacto con la sociedad, no en forma elitista ni corporativa. He sido anti corporativo. Así me ha ido.

Garzón fue suspendido cautelarmente en sus funciones como juez de la Audiencia Nacional por el Consejo General del Poder Judicial el 14 de mayo de 2010. Al magistrado le abrieron un juicio por presunta prevaricación tras su decisión de declararse competente para investigar los crímenes de la represión franquista.

Ahora, en 2013, el franquismo es juzgado del otro lado del océano: la jueza argentina Servini de Cubría lleva adelante una causa impulsada por argentinos-españoles víctimas  del régimen de Francisco Franco.

-Esta causa en Argentina es el único punto judicial de amparo que hay para las casi 200 mil víctimas desaparecidas entre 1937 y 1951. Y como el procedimiento en Argentina sigue hasta el año ’75, también para los que sufrieron las consecuencias en ese período.

El lunes 27 de mayo Garzón declaró como testigo ante Servini de Cubría. En los próximos días será el turno de los familiares de las víctimas del franquismo.

-Setenta años después seguimos sin ningún tipo de reparación judicial. Este tema nunca ha sido una prioridad en España. Todavía hay un capítulo pendiente que no se acabó con la transición.

El cliente sueco del buffet

“No es fácil imaginar a este enamorado de la propaganda que es Garzón desconectado de la máquina de hacer titulares de prensa a menos que se le obligue a hacerlo”, escribió un diplomático norteamericano en un cable enviado desde Madrid a Washington.

Cuando se conocieron los cables de wikileaks dedicados a España, Baltasar Garzón tuve un lugar destacado. Uno de los documentos –titulado “Encuentro del embajador con el famoso y controvertido juez Baltasar Garzón”- define al jurista como una figura “cuya ambición y afán de notoriedad no tiene rival”. Y sigue: “No nos hacemos ilusiones sobre el tipo con el que estamos tratando”.

Un par de años después de la difusión de los cables, Julián Assange, padre de los wikileaks, contrató los servicios del buffet de Baltasar Garzón.

-Es una defensa ad honorem. Assange me pidió que lo representara y yo la única condición que le puse era la independencia para trabajar y que no iba a cobrar honorarios para sentirme libre en un caso de violación tremenda de los derechos de este hombre y de Wikileaks. Y segundo porque no quiero estar sujeto a la presión de unos honorarios.

Hoy, el principal objetivo de Garzón y su equipo es conseguir que se materialice el derecho de asilo por parte de Ecuador, es decir, que Assange pueda viajar desde la embajada ecuatoriana en Gran Bretaña a Quito sin ser detenido.

-¿Cuál es el estado actual de las negociaciones diplomáticas con Gran Bretaña para obtener el salvoconducto para Assange?

-No las sabemos. Si esta situación se prolonga ya pasará a ser una situación inhumana, claramente dañina para la salud de cualquier persona, llámese Julián Assange o Juan Pérez. Ni siquiera puede ver la luz del sol, porque si se asoma por la ventana lo pueden sacar; si pasa la cabeza afuera de la línea del edificio lo pueden detener.

-Cuando Assange habló por televisión con Correa, el presidente ecuatoriano terminó diciéndole: “Bienvenido, Julián, al club de los perseguidos”. ¿Se considera parte de ese club?

-He tenido muchas persecuciones en mi vida. No me preocupan demasiado. Me preocupa mi seguridad: no me gusta para nada que me ocurra algo a mí ni a los míos. Pero nunca voy a dejar de hacer lo que tenga que hacer porque haya corporaciones enfrente o un país como Estados Unidos.

Una versión ampliada de esta entrevista que le realizó Marcos E. Filardi a Baltasar Garzón podrá leerse en la Revista Derechos Humanos, año 2, n° 3, Ediciones Infojus, de próxima aparición, que puede descargarse en formato digital desde www.infojus.gov.ar